27 feb 2014

Microcuento: ''La taza''

Todas las noches la señorita de pelo rizado tomaba un café a media noche, la taza podía observar la vestimenta de ella y se le agitaban los sentidos cuando la señorita la elevaba para dar un sorbo al café sin miedo a su temperatura. La taza era feliz con su vida excepto en varios momentos del día.
La taza sentía cosquillas cuando la señorita de pelo rizado hacía la forma circular del borde de la taza con los dedos, el eterno tiempo se fundía así, así se entretenía. La taza pensaba  pero callaba ''las tazas no piensan, son inertes'' pero esta sentía, sentía la felicidad y el dolor de todos los que bebían de ella. Pasó el tiempo.
Los trabajadores madrugan y sacan sus paraguas, una masa de paraguas de muchos colores y diseños anda. La taza estaba colgada del aparador en el gran salón, desde el que de una perspectiva diferente podía observar las ventanas, las gotas de agua de lluvia se estrellaban contra la ventana y la taza tiene miedo de caer, pero sabe con seguridad que nunca caerá. Está sola en casa, espera a la señorita de labios carmín, la misma que se riza el pelo cada mañana para ir a trabajar. Quiere verse guapa, es insegura.
Deja de llover y el Sol renace, ha estado lloviendo toda la mañana y la señorita de labios carmín y de pelo rizado vuelve a casa, la taza sonríe.
Llegó uno de esos momentos del día en los que la cadena de felicidad de la taza se detiene y esta se preocupa. La señorita de labios carmín vuelve mojada debido a la lluvia, fue una casualidad que se le olvidara el paraguas. Todo le sale mal, o eso piensa ella. La taza llora sin lágrimas, siente agonía y siente lo que la señorita triste siente, sabe de sus recuerdos y de sus preocupaciones, estaba conectada a ella. Pero ¿Qué podía hacer para remediarlo? ¡Nada! ¿Qué podía hacer para sanar su agonía? ¡Menos que nada!
La señorita de labios carmín llora, se siente vacía, sabe lo que vale pero no persigue lo que merece, no consigue nada y no aprende de los errores. La taza quiere abrazarla pero se da cuenta de que su vida es eterna, que hoy sentirá pena por la señorita y no sabe si en un futuro caerá y se romperá en pedazos o si de ella beberá otra persona.

Ahora parate a pensar:
¿Eres la taza o la señorita?
¿Te quedarías parado/a sin buscar una solución? ¿Ahogado/a en tu vida?
¿O prefieres ser la señorita de labios carmín con la capacidad
de poder cambiar de rutina y vencer a sus problemas? 

G2

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